Compartir es una práctica cada vez más habitual en nuestra sociedad. Esto se debe, en gran parte, a que las generaciones más jóvenes muestran cada vez un menor arraigo a acumular determinados bienes en propiedad. La tecnología y, más concretamente, determinadas aplicaciones, también han contribuido a hacerlo todo un poco más fácil, lo que ha provocado que, actualmente, nos resulte muy sencillo compartir desplazamientos, bienes de consumo, determinados servicios e incluso nuestras viviendas.
Precisamente por lo que a las viviendas se refiere, en la década de los 60 en Dinamarca, se originó el cohousing, un concepto relacionado con la apuesta por una vida en comunidad. La esencia de este modelo de vida lo ejemplifican personas que deciden unirse para compartir y autogestionarse su día a día. En este tipo de comunidades se suelen tener viviendas independientes, pero con espacios compartidos como zonas verdes, cocina, comedor, locales de trabajo... Además, muchos servicios de limpieza, jardinería o cuidado de niños, también se comparten en las comunidades colaborativas.
El cohousing suele partir de un grupo de personas que coinciden en la manera de ver la vida y de enfocar las relaciones humanas. Este estilo de vida se ha vinculado originariamente a personas mayores que, al llegar a su etapa de vejez, apuestan por vivir en entornos en los que se sienten acompañados y en los que pueden compartir. Sin embargo, en los últimos tiempos, también se detecta una clara tendencia al alza entre personas jóvenes que deciden apuntarse a este modelo, para romper con el individualismo al que parece estar abocada una sociedad con exceso de tecnología.
Valgreen, nuestra propia interpretación del cohousing
Posiblemente el principal propósito fundacional de Valgreen ha sido el de promover viviendas que fomenten la vida en comunidad. Un aspecto que hemos materializado en la primera promoción del Bosc del Maresme, y que también estamos proyectando en la segunda fase. Como bien es sabido, hemos otorgado una gran importancia a los espacios comunes y a la posibilidad de compartir ya sean lavadoras o herramientas, como un simple taladro. Con ello, no cabe duda de que se ahorra dinero ya que se optimizan recursos pero, sobre todo, fomentamos las relaciones entre vecinos. Conectar con las personas con las que convivimos solo aporta ventajas y beneficios. Muchos de ellos puramente prácticos, que nos pueden solucionar más de una situación de apuro o de algún imprevisto, pero también más profundos. Existen muchos estudios que concluyen que las relaciones positivas, tienen una gran importancia en nuestro bienestar y que las personas socialmente activas, son más felices y menos propensas a sufrir determinadas enfermedades.
Comments